La agencia de investigación del gobierno británico, demandada por muerte debido al AZT.
Joan Shenton
Joan Shenton.
Directora de Meditel.

Traducción: Francisco Javier Manero Vargas.

Hoy se entabló demanda en el tribunal supremo en nombre de Mrs. Susan Threakall, de Birmingham, Inglaterra, para demandar a la Wellcome Foundation, fabricante del AZT, el medicamento anti-SIDA más vendido, y el National Institute of Allergy and Infectious Diseases (Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas) de los Estados Unidos por la muerte de su marido hemofílico, Bob, (quien quedó infectado de VIH por las fuentes de Factor VIII contaminadas proporcionadas por el National Health Service (Servicio Médico Nacional)), que ella afirma fue causada por los efectos tóxicos del AZT y no por el SIDA.

Este es el primer caso de este tipo en el mundo, y los costes estan siendo pagados por el Legal Aid Board, corporación que asigna fondos públicos para acciones legales.

Graham Ross, de los abogados de Liverpool J. Keith Park & Co., y quien dirigió con éxito el pleito grupal contra el gobierno británico entablado por 800 hemofílicos infectados de VIH a partir del Factor VIII contaminado, ha instruido en otros 7 casos relativos al AZT y está preparando una gran acción de grupo británica contra la Wellcome y el NIAIDS con litigios coordinados en otros países. Ha pedido que otros abogados del mundo que hayan instruido en estos casos contacten urgentemente con él, junto con individuos interesados y médicos, con los que se ha ofrecido a compartir las evidencias que ha conducido a estas causas.

Sue Threakall dice: «Bob era un hombre sano cuando le dieron AZT por primera vez. La correspondencia de esa época muestra que los médicos le dieron AZT sólo por las afirmaciones de la Wellcome y el NIAIDS en el sentido de que eso retrasaría el comienzo del SIDA. Por el contrario, su salud se fue deteriorando ininterrumpidamente desde ese momento y murió 18 meses después. No había un diagnóstico de SIDA antes de su muerte ni se mencionó el SIDA como causa de su muerte en su Certificado de Fallecimiento. Fue el medicamento lo que dañó su sistema inmunológico».

Anthony Fauci.El caso contra el NIAIDS se refiere a los defectos del experimento que realizaron sobre los beneficios del AZT para las personas que tienen VIH pero no síntomas de enfermedad. El experimento se hizo a un plazo extremadamente corto y fue detenido prematuramente con una declaración pública, el 17 de agosto de 1989, del Dr. Anthony Faucy, Director del NIAIDS, en la que afirmó que el experimento del NIAIDS mostraba «claramente» que el AZT retrasaría el comienzo del SIDA y que, además, el medicamento lo lograba «sin efectos colaterales significativos». Los registros médicos muestran que esa declaración influyó directamente para que los médicos de Bob Threakall le dieran el medicamento 7 días después. La realización de este experimento, junto con los anteriores experimentos de fase II de la Wellcome, han sufrido críticas por haber dejar de ser ciegos (un defecto fundamental para la integridad de los datos experimentales) y por haber reexaminado a los pacientes tras un plazo de tiempo demasiado breve. Al contrario de las afirmaciones, el más amplio y largo estudio independiente llevado a cabo conjuntamente por el Medical Research Counsel de Inglaterra y el INSERM de Francia estableció que el AZT no tiene el efecto proclamado por el Dr. Fauci y no retrasa el SIDA. Está bien establecido que el AZT puede causar anemia severa y otros estados, algunos de los cuales pueden dañar el sistema inmunológico del organismo. Ahora debemos plantear preguntas en cuanto a por qué se recomendó un tratamiento tóxico a personas por lo demás sanas que ahora ha demostrado no tener ningún valor.

Graham Ross dice: «Se emplearon grandes cantidades de dinero de los contribuyentes americanos para financiar el desarrollo de los experimentos sobre el AZT, algunos dirían que en detrimento de otras formas de tratamiento y otras enfemedades. La declaración del Dr. Fauci colocó un billón de dólares en el valor acumulado de las acciones de la Wellcome. Ante tales hechos, sería conveniente y honorable que el gobierno americano se enfrentara al problema y declarara que cualquier paciente que hubiera sufrido daños por haber tomado AZT mientras era asintomático y como resultado de las afirmaciones del Dr. Fauci sería compensado a partir de fondos públicos. Estoy preparado para ayudar al gobierno con esta finalidad mediante la presentación rápida de las evidencias. Todo lo que pido a cambio es una mente colectiva abierta. Hay cientos de miles de pacientes asintomáticos que necesitan conocer la verdad. Al final sabrán la verdadera historia de este asunto en juicio dentro de unos tres años. Puede ser demasiado tarde para que tengan una oportunidad ellos y sus médicos de reconsiderar el tratamiento».

Contacto: Graham Ross. Alabama House, Rumford Court, 6, Rumford Place. Liverpool L39BY. Inglaterra. Voz: 51 227.25.52. Fax: 51 236.25.07.

Carta enviada al presidente de los EE.UU., Bill Clinton, por Graham Ross de J. Keith Park & Co.

Represento a la señora Susan Threakall, viuda del finado Robert que murió el 20 de Febrero de 1991. Bob era un hemofílico que había contraído el VIH a través de suplementos de Factor VIII concentrado, fabricado en los Estados Unidos. Él no murió de SIDA (su historial médico ni muestra una diagnosis de SIDA durante su tiempo de vida ni se le considera la causa de su muerte). Sin embargo, su sistema inmunitario fue seriamente dañado, hasta conducirle a la muerte debido a una bronconeumonía. Aun siendo seropositivo, se había mantenido en relativa buena salud hasta el día en que se le prescribió AZT, un medicamento tóxico que se sabe supone riesgo para la médula ósea; desde aquel momento, se deterioró gradualmente.

El 27 de Enero de 1994 presenté una demanda en el Tribunal Supremo (High Court) de Inglaterra contra la Wellcome Foundation y el Instituto Nacional sobre Alergia y Enfermedades Infecciosas de los EE.UU. (National Institute of Allergy and Infectious Diseases, NIAIDS). La alegación contra NIAIDS es que no logró, con un grado suficiente de celo, diseñar y hacer funcionar un ensayo en pacientes asintomáticos (protocolo 019). La principal conclusión del protocolo 019 fue que el AZT podría retrasar la aparición de SIDA, pero un estudio mayor llevado a cabo durante más tiempo, el ensayo Concorde, ha mostrado ahora que éste no es el caso. Una segunda alegación se relaciona con el anuncio del 17 de Agosto de 1989, hecho por el Dr. Antoni Fauci, director del NIAIDS, en el sentido de que el protocolo 019 había «demostrado claramente que el tratamiento temprano con Zidovudina (AZT) puede retardar la progresión de la enfermedad sin efectos secundarios significativos en personas con infección por VIH en menos de 500 T4 que no tienen síntomas todavía». Los registros médicos de Bob Threakall muestran que fue como resultado directo de esta declaración por lo que le sometieron al AZT siete años después.

Se han publicado fuertes críticas hacia el protocolo 019 (por ejemplo, mire el editorial del Lancet del 7 de abril de 1990). En el contexto de esos problemas y de que fueron de hecho advertidos efectos secundarios significativos en el protocolo 019 (anemia, neutropenia y náuseas), se alega que la declaración del Sr. Fauci (la cual debería saber podría haber sido leída y haber efectivamente reaccionado a ella, por personas asintomáticas e igualmente por médicos del SIDA) no estaba justificada por las evidencias. De hecho, el informe completo sobre el AZT del New England Journal of Medicine admite que los datos del estudio no ofrecen ninguna información sobre los beneficios y la seguridad a largo plazo (es decir, durante un año de seguimiento).

La principal inquietud de mis clientes es que una comprensión más precisa de los trabajos sobre el AZT de la que hasta ahora ha sido presentada por el NIAIDS, la Wellcome Foundation y la Burroughs Wellcome, sea puesta a disposición tanto de los pacientes como de los doctores tan pronto como sea posible. Hasta que el tribunal dicte una resolución, la acción legal, si es defendida, llevará sobre 3-4 años. Pacientes y doctores necesitan que tales cuestiones sean aclaradas ahora. Tengo un cuerpo considerable de material (yanto publicado como no publicado, incluyendo material sobre libertad de información) que muestra claramente que las garantías del AZT para los pacientes asintomáticos estaban equivocadas. Estoy preparado para poner mis evidencias a disposición en el marco adecuado. Apreciaría mucho si usted hiciera lo posible por organizar algún foro público a través del cual todas las evidencias relacionadas con el AZT, junto con todas las opiniones, puedan ser ofecidas y discutidas libremente.

Finalmente, en vista del hecho de que el protocolo 019 fue patrocinado por el gobierno de Estados Unidos y que la declaración de su Director condujo directamente a la prescripción del AZT a Bob Threakall, podría usted confirmar que su gobierno aceptaría el imperativo moral y no denegar una compensación justa y razonable a esta viuda, en el caso de que pueda ser probado, sobre un equilibrio de probabilidades, que el AZT jugó un papel significativo en su muerte.

Artículo publicado en el número 35 de la revista «Medicina Holística». Edita: Asociación de Medicinas Complementarias (A.M.C.).


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