Búsquedas manteniendo la privacidad con

Portada / Libia /
Las verdaderas razones de la guerra en Libia y de la “desaparición” del régimen de Gadafi.


Las verdaderas razones de la guerra en Libia y de la “desaparición” del régimen de Gadafi

Por Jean-Paul Pougala (Ginebra, 28/03/2011)
Escritor de origen camerunés, Director del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Profesor de sociología en la Universidad Diplomática de Ginebra en Suiza.

1. El primer satélite africano (RASCOM 1)

Es la Libia de Gadafi la que ofrece a toda África la primera revolución verdadera de los tiempos modernos: asegurar la cobertura universal del continente por medio de la telefonía, la televisión, la radiodifusión y otras múltiples aplicaciones, tales como la telemedicina y la información a distancia. Por primera vez, una conexión de bajo coste se encuentra disponible en todo el continente, incluso en las zonas rurales, gracias al sistema de radio WMAX.

La historia comienza en 1992, cuando 45 países africanos forman la sociedad RASCOM, cuyo propósito era crear un satélite africano para reducir los costes de comunicación en el continente. Las llamadas telefónicas desde y hacia el continente africano eran las más caras del mundo debido a un impuesto anual de 500 millones de dólares que Europa gravaba sobre las conversaciones telefónicas, incluso dentro de un mismo país africano, para que el tránsito de voz pudiera realizarse a través de satélites europeos tales como Intelsat. La fabricación de un satélite africano suponía un coste de exactamente 400 millones de dólares, a pagar en una entrega única, lo que significaba no tener que pagar más los 500 millones de dólares anuales de alquiler. ¿Qué banquero no financiaría un proyecto semejante? Sin embargo, la ecuación más difícil de resolver era: ¿cómo podía el esclavo liberarse de la explotación servil a la que estaba sometido teniendo que pedirle ayuda a su amo para ello? Es así que el Banco Mundial, el FMI, los Estados Unidos y la Unión Europea mantuvieron esperando inútilmente a estos países durante 14 años.

Fue en 2006 cuando Gadafi puso fin a la inútil súplica a los supuestos benefactores occidentales y a sus prácticas de préstamos con excesivas tasas de interés. Libia puso sobre la mesa 300 millones de dólares, el Banco Africano de Desarrollo unos 50 millones y el Banco de Desarrollo del África Occidental otros 27 millones, y de este modo, a partir del 26 de diciembre de 2007, África tuvo su primer satélite de comunicaciones de su historia. En el proceso, China y Rusia aparecen en escena cediendo su tecnología y permitiendo el lanzamiento de nuevos satélites, como el sudafricano, el nigeriano, el angoleño y el argeliano, e incluso se prevé el lanzamiento de un segundo satélite africano en julio de 2010. Para el 2020 se espera construir el primer satélite de tecnología 100% africana cuya fabricación se llevará a cabo en suelo argelino. Es de esperar que el satélite compita con los mejores del mundo, pero a un coste 10 veces menor, lo que representa un verdadero desafío.

Es así como un simple gesto simbólico de apenas 300 millones puede cambiar la vida de todo un continente. La Libia de Gadafi hizo perder a Occidente no solamente 500 millones de dólares al año, sino miles de millones de dólares derivados de la deuda e intereses que la misma generaría infinitamente y de manera exponencial, todo lo cual contribuiría a la maquinaria oculta que intenta aprovecharse de África.

2. El Fondo Monetario Africano, el Banco Central Africano
    y el Banco Africano de Inversión

Los 30.000 millones de dólares de fondos libios que Obama congeló pertenecen al Banco Central de Libia y están destinados a contribuir a la finalización de la federación africana a través de tres proyectos clave:

  • El Banco Africano de Inversión en Sirte, Libia,
  • La creación en 2011 del Fondo Monetario Africano, con un capital de 42.000 millones de dólares con sede en Yaoundé,
  • El Banco Central Africano, con sede en Abuja, Nigeria, que con la primera emisión de la moneda africana marcará el fin del franco CFA (franco de las colonias francesas en África) con el que París domina algunos países de África desde hace 50 años.

Es por tanto comprensible, una vez más, la irritación que siente París hacia Gadafi. El Fondo Monetario Africano debe reemplazar todas las actividades que el Fondo Monetario Internacional lleva a cabo sobre el terreno africano, que con sólo 25.000 millones de dólares de capital ha puesto de rodillas a todo un continente, con privatizaciones cuestionables, como la de obligar a los países africanos a pasar de un monopolio público a uno privado. Los mismos países occidentales han pedido formar parte del Fondo Monetario Africano, solicitud que fue rechazada por unanimidad en una reunión celebrada en Yaoundé, del 16 al 17 de diciembre de 2010, donde se estableció que sólo los países africanos podían ser miembros del Fondo.

Es evidente que después de Libia, la coalición occidental declarará su siguiente guerra a Argelia, que además de contar con enormes recursos energéticos, este país cuenta con una reserva de divisas de 150.000 millones de euros. Esto provoca la envidia de todos los países que bombardearon Libia, los cuales tienen algo en común: todos ellos están al borde de la quiebra económica. Sólo los Estados Unidos cuentan con una deuda de 14.000 millones de dólares, Francia, Gran Bretaña e Italia tienen cada uno alrededor de 2.000 millones de deuda pública, mientras que los 46 países del África negra tienen en total menos de 400 millones de deuda pública. Crear guerras falsas en África con la esperanza de encontrar el oxígeno para continuar con su apnea económica que no hace más que empeorar, no hará más que hundir a los occidentales en un declive que comenzó en 1884, en la famosa Conferencia de Berlín. Porque como lo dijo el economista norteamericano Adams Smith en 1865, en apoyo a Abraham Lincoln en su lucha para abolir la esclavitud, "la economía de todo país que practica la esclavitud de los negros está en miras de iniciar su descenso al infierno y será duro el día en que otras naciones se despierten".

3. Uniones regionales como freno a la creación de
    los Estados Unidos de África

Con el objetivo de desestabilizar y destruir a la Unión Africana que se encaminaba peligrosamente (según Occidente) a formar, con la destreza de Gadafi, los Estados Unidos de África, lo primero que hizo la Unión Europea fue intentar, sin éxito, la creación del mapa de la Unión para el Mediterráneo (UPM). Era necesario a cualquier precio separar a África del norte del resto del continente pregonando las mismas teorías racistas reinantes en los siglos XVIII y XIX, según las cuales los pueblos africanos de origen árabe son más avanzados, más civilizados que el resto del continente. Esta táctica no prosperó porque Gadafi entendió rápidamente de qué se trataba el juego desde el momento en que se mencionó la Unión para el Mediterráneo, que sin siquiera informar a la Unión Africana, logró reunir a unos pocos países africanos, aunque sí fueron invitados los 27 países que forman la Unión Europea. Sin el principal motor de la federación africana, la UPM, que contaba con Sarkozy a la cabeza y Mubarack como vicepresidente fue un fracaso antes de comenzar, un proyecto muerto antes de nacer. Esto fue lo que Alain Juppé intentó revivir, apostando, por supuesto, a que Gadafi caería. Lo que los líderes africanos no entienden es que mientras la financiación de la Unión Africana esté en manos de la Unión Europea, se volverá al punto de partida, porque en esas condiciones nunca habrá una verdadera independencia. Del mismo modo, la Unión Europea ha promovido y financiado las agrupaciones regionales en África. Era obvio que la CEDEAO, que tiene una Embajada en Bruselas y que obtiene la mayor parte de sus fondos de la Unión Europea, represente un gran obstáculo para la federación africana. Eso es por lo que Lincoln había luchado en la guerra de secesión en los Estados Unidos, porque desde el momento en que un grupo de países se reúnen en torno a una organización política regional, sólo puede servir para debilitar al cuerpo central. Esto es lo que Europa quería y eso es lo que los africanos no entendieron cuando crearon uno tras otro la COMESA, la UAEAC, la SADC y el Gran Magreb, que no prosperó gracias a Gadafi, quien, desde el principio, lo había entendido todo muy bien.

4. Gadafi, el africano que ha permitido limpiar la humillación del Apartheid

Gadafi está en el corazón de la mayoría de los africanos, a quien se conoce como un hombre muy generoso y humanista, y por su apoyo desinteresado a la batalla contra el régimen racista de Sudáfrica. Si Gadafi hubiera sido un hombre egoísta, no se hubiera ganado la ira de los occidentales por brindar apoyo financiero y militar a la ANC en su lucha contra el Apartheid.

Por esta razón, el 23 de octubre de 1997, Mandela, apenas ser liberado tras 27 años en prisión, decidió romper el embargo que las Naciones Unidas habían impuesto a Libia. A causa de este embargo, que fue incluso aéreo y duró 5 largos años, ningún avión podía aterrizar en Libia. Para poder acceder al país, era necesario coger un vuelo a Túnez, aterrizar en Djerba y continuar el recorrido de 5 horas por tierra por Ben Gardane, atravesar la frontera y continuar durante 3 horas más por el desierto hasta llegar a Trípoli. Otra opción era entrar por Malta y hacer la travesía durante la noche, en embarcaciones precarias y en mal estado hasta llegar a la costa libia.

Se sometió a todo un pueblo a este calvario para castigar a un sólo hombre. Mandela decidió poner fin a esta injusticia y respondió al ex Presidente norteamericano Bill Clinton, quien había juzgado esta decisión de inoportuna, diciendo: “Ningún Estado puede asumir el papel de policía mundial, y ningún Estado puede dictar a los demás qué hacer”. Y agregó: “los que ayer eran amigos de nuestros enemigos tienen ahora el valor de proponerme que no visite a mi hermano Gadafi, nos aconsejan que seamos ingratos y que olvidemos a nuestros amigos de ayer”. En efecto, para Occidente, los racistas de Sudáfrica eran sus hermanos y necesitaban ser protegidos. A causa de esto, todos los miembros de la ANC fueron considerados terroristas peligrosos, entre ellos Nelson Mandela. No fue hasta el 2 de julio de 2008 que el Congreso estadounidense aprobó una ley para eliminar de la lista negra el nombre de Nelson Mandela y de sus compañeros del ANC, no porque se diera cuenta de lo ridículo de la situación, sino porque querían tener un gesto por el 90 aniversario de Mandela. Si los occidentales se arrepienten ahora por apoyar en el pasado a los enemigos de Mandela, y si fueron realmente sinceros cuando pusieron su nombre a calles y plazas, ¿cómo es posible que continúen haciendo la guerra a Gadafi, que fue quien hizo posible la victoria a Mandela y su gente?

¿Son los demócratas quienes quieren instaurar la democracia?

¿Y si la Libia de Gadafi fuera más democrática que los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña juntos?
El 19 de marzo de 2003, el Presidente George Bush lanzó bombas sobre los iraquíes con el pretexto de constituir un régimen democrático. El 19 de marzo de 2011, es decir, 8 años más tarde y día tras día, es el turno del Presidente francés, que lanza bombas sobre los libios bajo el mismo pretexto. El Presidente Obama, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2009 y Presidente de los Estados Unidos de América, justificó que sus submarinos disparasen misiles de crucero contra los libios, alegando que era para derrocar a Gadafi, el dictador en el poder, y para instaurar la democracia.

Todo ser humano con una mínima capacidad intelectual para elaborar juicios y apreciaciones de valor no puede dejar de hacerse esta pregunta: los países como Francia, Inglaterra, los Estados Unidos, Italia, Noruega, Dinamarca y Polonia, cuya legitimidad para bombardear a los libios se basa en el sólo hecho de autoproclamarse “países democráticos”, ¿son realmente democráticos? En caso afirmativo, ¿son más democráticos que la Libia de Gadafi? La respuesta es indiscutiblemente NO, por la simple y sencilla razón de que la democracia no existe. No soy yo quién lo afirma, sino el mismo hombre cuya ciudad natal, Ginebra, aloja a la mayoría de los comandos de las Naciones Unidas. Se trata de Jean-Jacques Rousseau, nacido en Ginebra en 1712, quien establece en el capítulo IV del libro III de su famoso “Contrato social” que: “nunca ha habido una verdadera democracia y nunca la habrá”. Para que un Estado sea verdaderamente democrático, Rousseau plantea cuatro condiciones según las cuales la Libia de Gadafi es aún mucho más democrática que los Estados Unidos de América, Francia y todos los demás que pretenden implantar la democracia, a saber:

1. Dimensión del Estado: cuanto mayor sea la extensión territorial de un Estado, menos democrático será. Para Rousseau el Estado debe ser muy pequeño para que el pueblo pueda reunirse con facilidad, y para que el conocimiento entre ciudadanos suceda de forma natural. Antes de convocarlos a votar hay que asegurarse de que se conozcan entre ellos, ya que votar por el mero hecho de hacerlo se convertiría en un acto despojado de todo fundamento democrático, en un simulacro de democracia para elegir a un dictador. La estructura de organización del Estado libio se fundamenta en un concepto tribal, es decir, reagrupa al pueblo en pequeñas entidades. El sentimiento democrático es más fuerte en una tribu y en un pueblo más que en una nación grande. El hecho de que todos se conozcan y que la vida gire alrededor de los mismos intereses comunes proporciona una cierta autorregulación y autocensura, incluso a pesar de la reacción o contrarreacción de los demás miembros a favor o en contra de las opiniones expresadas. Desde este punto de vista, es Libia quien mejor responde a las exigencias de Rousseau, y no los Estados Unidos de América, Francia o Gran Bretaña, sociedades fuertemente urbanizadas donde la mayoría de los vecinos no se saludan y ni siquiera se conocen a pesar de vivir uno al lado del otro después de 20 años.

En estos países, se ha pasado directamente a la etapa siguiente: “el voto”, que se ha santificado de forma maliciosa, para hacer olvidar que el mismo es inútil a partir del momento en que se habla del futuro de una nación sin conocer a sus habitantes. Incluso se ha propuesto la ridícula idea de permitir el voto a los ciudadanos residentes en el extranjero. Conocerse y hablar son condiciones esenciales de comunicación para que exista el debate democrático, que es lo que precede a toda elección.

2. Es necesario simplificar las costumbres y los comportamientos para evitar desperdiciar el tiempo hablando de la justicia, de un tribunal para encontrar soluciones a la gran cantidad de disputas de intereses diversos que se producen por naturaleza en una sociedad muy compleja. Los occidentales se definen como países civilizados, con costumbres complejas, y a Libia como un país primitivo, es decir, con costumbres simples. Desde esta perspectiva, una vez más, quien responde mejor a los criterios democráticos de Rousseau es Libia, y no todos los que pretenden darle lecciones de democracia. En una sociedad compleja, la mayoría de los conflictos se resuelven aplicando la ley del más fuerte, ya que, aquel con mayores recursos puede costearse un buen abogado y evitar así ser encarcelado, y por encima de todo, manipular el aparato represivo del Estado contra aquel que roba una banana en un supermercado, en lugar de contra el criminal financiero que lleva a un banco a la quiebra. En una ciudad como Nueva York, donde el 75% de la población es blanca, el 80% de los cargos ejecutivos lo ocupan los blancos, y representan solamente el 20% de la población carcelaria.

3. La igualdad de los rangos y de las fortunas. Basta con ver la lista publicada por la revista FORBES en 2010 para conocer los nombres de las personas más ricas de cada uno de los países que lanzan bombas sobre los libios, y para ver la diferencia que existe en relación con el salario mínimo en esos países y el de Libia, para poder entender que en materia de redistribución de la riqueza del país, Libia es quien debería exportar sus conocimientos a aquellos que la atacan y no lo contrario. Desde esta perspectiva, según Rousseau, Libia sería más democrática que aquellos que, de forma ostentosa, quieren imponerle la pretendida democracia. En los Estados Unidos, el 60% de la riqueza del país está en manos del 5% de la población. Este es el país más desequilibrado y más desigual del mundo.

4. SIN LUJOS. Según Rousseau para que un país sea democrático, no debe existir el lujo porque el lujo hace que la riqueza sea necesaria y esta última se convierta en la virtud, en el objetivo que se debe alcanzar a toda costa, en lugar de la felicidad del pueblo“. El lujo corrompe a su vez al rico y al pobre: a uno porque lo posee, al otro por lo codicia; vende la patria a la apatía, a la vanidad; se despoja al Estado de todos sus ciudadanos para someterlos unos a otros y todos bajo una misma opinión” ¿Dónde hay más lujo, en Francia o en Libia? La relación de esclavitud a la que se somete a los empleados de empresas públicas o semipúblicas, que los anima al suicidio por la mera la ambición económica, ¿dónde es más flagrante en Libia o en Occidente?

En 1956 el sociólogo norteamericano C. Wrigth Mills describió la democracia norteamericana como « la dictadura de las élites ». Según Mills, los Estados Unidos de América no son una democracia porque en definitiva es el dinero y no el pueblo quién decide en las elecciones. El resultado de cada elección es la expresión de la voz del dinero y no de la voz del pueblo. Tras Bush padre y Bush hijo, para las primarias republicanas de 2012 ya se habla de Bush Benjamin. Además, si el poder político se basa en la burocracia, Max Weber señaló que en los Estados Unidos unos 43 millones de funcionarios y militares dirigen el país, pero no fueron elegidos por el pueblo ni responden directamente al mismo por sus actos. En consecuencia se vota a una única persona (un rico) pero en realidad el verdadero poder sobre el terreno está en manos de una casta de ricos que no son otros que los embajadores, los generales del ejército, etc.

¿Cuántas personas en los países autoproclamados « democráticos » saben que en Perú la Constitución prohíbe que el presidente saliente pueda presentarse a un segundo mandato consecutivo? ¿Cuántas personas saben que en Guatemala, el presidente saliente no sólo tiene prohibido de por vida postularse nuevamente como candidato a ese cargo, sino que además ningún miembro de su familia podrá aspirar al mismo? ¿Cuántas saben que Ruanda es el país que mejor integra políticamente a las mujeres en el mundo, con un 49% de ellas ocupando puestos parlamentarios? ¿Cuántas saben que según la clasificación de la CIA de 2007, de los 10 países mejor administrados en el mundo, 4 de ellos son africanos? Con el máximo galardón para Guinea Ecuatorial, con una deuda pública de tan solo un 1,14% de su PIB.

La guerra civil, las revueltas, las rebeliones son los ingredientes del inicio de una democracia, mantiene Rousseau. Porque la democracia no es el fin, sino un proceso permanente que busca reafirmar los derechos naturales de los seres humanos, y que en todos los países del mundo (sin excepción), un puñado de hombres y mujeres confiscan el poder del pueblo y lo manipulan para ejercer el control. En todos lados se encuentran castas que usurpan la palabra “democracia”, que debería ser el ideal hacia el cual dirigirnos y no una etiqueta o un coro de alabanzas que sólo somos capaces de gritar más alto que los demás. De acuerdo con Russeau, si un país es tranquilo como Francia o Estados Unidos, es decir, donde no hay revueltas, esto simplemente quiere decir que el sistema dictatorial es lo suficientemente represivo como para evitar cualquier tentativa de rebelión. El hecho de que los libios se rebelen, no supone algo negativo. Se dice que resulta muy perjudicial que los pueblos acepten resignados ante el mundo el sistema que los oprime sin reaccionar. Rousseau ha de concluir: “Malo periculosam libertatem quam quietum servitium – traducción – Si existiese un pueblo de Dios, éste se gobernaría democráticamente. Un gobierno tan perfecto no le conviene a los hombres”. Decir que se mata a todos los libios por su bien es un engaño.

¿Cuáles son las lecciones para África?

Tras 500 años de relación con Occidente de dominador y dominado, ha quedado demostrado que no tenemos los mismos criterios para definir quien es el bueno y quien el malo. Ambos tenemos intereses profundamente divergentes. ¿Cómo no deplorar el voto que emitieron los tres países subsaharianos, Nigeria, Sudáfrica y Gabón, a favor de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad? Esta resolución, que inicia una nueva forma de colonización bautizada como “protección de los pueblos”, valida la teoría racista que los Europeos mantienen desde el siglo XVII, según la cual el África septentrional no tiene nada en común con el África subsahariana, y que el norte es más evolucionado, más culto, y más civilizado que el resto de África, como si Túnez, Egipto, Libia, y Algeria no formaran parte de África. Incluso las Naciones Unidas parecen ignorar la legitimidad que tiene la Unión Africana para sus Estados miembros. El objetivo es aislar a los países de África subsahariana para debilitarlos y mantenerlos bajo control. De hecho, el capital del nuevo Fondo Monetario Africano (FMA), está compuesto por 16.000 millones de dólares provenientes de Argelia y 10.000 millones de dólares de Libia, lo que representa cerca del 62% del capital total del Fondo, que asciende a 42.000 millones de dólares. El primer país de África subsahariana y los dos más poblados, Nigeria y Sudáfrica, aportaron al Fondo 3.000 millones de dólares cada uno.

Es preocupante constatar que por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, se ha declarado la guerra a un pueblo sin haber explorado previamente la vía pacífica para encontrar una solución al problema.

¿Tiene África aún un lugar en dicha Organización? Nigeria y Sudáfrica están dispuestas a votar a favor de todo lo que Occidente pida, porque creen inocentemente en las promesas de unos y otros de un puesto como miembro permanente en el Consejo de Seguridad con el mismo derecho a veto. Ambos olvidan que Francia no tiene ningún poder para atribuirles el mínimo puesto. Si lo tuviera, hace tiempo que Mitterrand lo hubiera hecho para la Alemania de Helmut Kohl. La reforma de las Naciones Unidas no está a la orden del día. La única manera de contar es utilizando el método chino: cada uno de los 50 países africanos deberían dejar de ser miembros de las Naciones Unidas. Si algún día decidieran regresar, sería únicamente una vez que hubieran obtenido lo que reclaman desde hace tiempo, es decir, un lugar para toda la federación africana. De lo contrario, nada.
Este método de la no violencia para lograr la justicia es la única arma de la que disponen los pobres y débiles como nosotros. Simplemente, debemos dejar las Naciones Unidas, ya que esta Organización por su configuración y su jerarquía sólo está al servicio de los más fuertes.

Debemos dejar las Naciones Unidas para demostrar de esta manera nuestra desaprobación de una concepción del mundo basada únicamente en la destrucción del más débil. Al menos, ellos serán libres de continuar haciéndolo, pero sin nuestra aprobación, sin tener que afirmar que estamos de acuerdo, ya que ellos saben muy bien que nunca se nos ha preguntado. A pesar de haber dado a conocer nuestra opinión en la reunión celebrada el sábado 19 de marzo en Nouakchott, en la que nos declaramos contrarios a la acción militar, la misma pasó desapercibida y se puso en marcha el bombardeo al pueblo africano.

Reaparece sobre el escenario el caso de China. Hoy en día, se reconoce el Gobierno de Ouatarra, se reconoce el gobierno de los insurgentes en Libia. Fue esto lo que ocurrió al final de la Segunda Guerra Mundial con China. La supuesta comunidad internacional había elegido a Taiwán como único representante del pueblo chino, en lugar de a la China de Mao. Hubo que esperar a que pasaran 26 años, cuando el 25 de octubre de 1971 se aprobó la resolución 2758 del Consejo de Seguridad (la cual deberían leer todos los africanos), para que se pusiera fin a la insensatez humana. China fue entonces aceptada, salvo que reclamó y obtuvo un asiento como miembro permanente del Consejo de Seguridad con derecho a veto, de otro modo, no hubiera aceptado. Con esta exigencia cumplida y la resolución de admisión en vigor, hubo que esperar a que transcurriera un año para que el 29 de septiembre de 1972, el Ministro chino de Asuntos Exteriores diera su respuesta a través de una carta enviada al Secretario General de las Naciones Unidas, no para mostrar su satisfacción o agradecimiento, sino para hacer aclaraciones en garantía de su dignidad y respeto.

¿Qué espera obtener África de las Naciones Unidas si no se muestra firme y no se hace respetar? En Costa de Marfil un funcionario de las Naciones Unidas se considera toda una institución en ese país. Hemos entrado en la Organización aceptando ser siervos, creyendo que seríamos invitados a la mesa a comer con el resto, utilizando platos que hemos lavado nosotros mismos, simplemente crédulos, o aún peor, estúpidos. Cuando la UA reconoce la victoria de Ouattara sin tener en cuenta las conclusiones adversas de sus propios observadores enviados sobre el terreno, sólo para complacer a nuestros antiguos amos, ¿cómo se nos puede respetar después de eso? Cuando el Presidente sudafricano Zuma declara que Ouattara no había ganado las elecciones y da un giro de 180 grados tras una visita a París, cabe preguntarse de qué vale tener a estos dirigentes que representan y hablan en nombre de 1.000 millones de africanos.

La fuerza y la verdadera libertad de África surgirán de su capacidad de imponer actos de reflexión y de asumir las consecuencias. La dignidad y el respeto tienen un precio, ¿estamos dispuestos a pagarlo? De lo contrario, nuestro lugar seguirá estando en la cocina y en los retretes, garantizando el bienestar de los demás.

Jean-Paul Pougala
Ginebra, 28/03/2011.

 

 


Portada / Libia /
Las verdaderas razones de la guerra en Libia y de la “desaparición” del régimen de Gadafi.

 

 

Ixquick
Buscar en free-news.org Buscar en internet