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Garzón: fin de un demofascista

por el Catedrático de Derecho Manuel F. Trillo
Sábado, 11 de Febrero de 2012

Mucha polémica se ha levantado con la sentencia del Tribunal Supremo inhabilitando durante 11 años al que fue juez de instrucción de la Audiencia Nacional (tribunal de excepción heredero del TOP)...

Su propia hija –cómo no- ha escrito una carta pública alabando a su padre, no podía ser de otro modo. Pero que mis amigos vinculados a la “memoria histórica” también se duelan por esta sentencia condenatoria es algo que me obliga a explicar cuál es la catadura de este sujeto llamado Baltasar Garzón.

En el ejercicio jurisdiccional como juez instructor este ex juez –pues la sentencia es firme- fue el introductor en el Estado Español de las tesis de Gunter Jacobs, las tesis del derecho penal del enemigo, y con ese bagaje jurídico-ideológico fue capaz en 1997 de establecer la máxima del “todo es ETA” para aplicar de modo indiscriminado a todos cuantos no se habían sometido a la Constitución de 1978, reivindicaban una lengua, una cultura y forma de ser y de pensar. Por ello encarceló a 27 personas en 1997 y las tuvo presas durante dos años –quién quiere estar detrás del muro dos años de su vida- para que el Tribunal Constitucional posteriormente viniera a sentenciar que eran inocentes. Con este criterio del derecho penal del enemigo también tuvo participación en la causa 18/98 contra Egin, cerrando la rotativa y llevándola a la ruina, y encarcelando a esas personas. Años después, muchos años después se sentenció que eran inocentes, pero el daño ya estaba hecho. Las rotativas estaba podridas, los periodistas y trabajadores estaban desarbolados y buscando la vida por donde pudieran. Este individuo –Garzón- metió en la cárcel a personas que luego resultaron ser inocentes. Por eso, sólo por eso, ya se le tendría que haber retirado el poder jurisdiccional.

Éste es el juez que inició procedimientos de narcos que luego se le escaparon de las manos por una mala instrucción. Pero esto no atenta contra las libertades, en todo caso contra la seguridad y la salud de los ciudadanos. Este individuo es el mismo que ordenó las escuchas en las cárceles –y no sólo él- entre presos y sus abogados. Piensan los jueces que lo pueden todo, y todo no lo pueden, si es que se quiere que vivamos en un mundo en que el Derecho prevalezca sobre la arbitrariedad judicial. A todos nos suena esa frase “es un juez y puede mandarte a la cárcel”. Es cierto que pueden enviarte a la cárcel, y Garzón cuando tenía poder jurisdiccional, con cientos de personas que después salieron libres sin culpa alguna. Sus tesis “jurídico políticas” fueron las que dieron lugar a la ley de partidos políticos de 2002, y su artículo 9º. Hizo felices a los ultraderechistas Acebes y Mayor Oreja, porque les dio el soporte intelectual para establecer en Euskal Herria un Estado de excepción contra los independentistas.

Este superjuez, defensor de los derechos de la humanidad, jamás investigó el horrendo crimen que suponen las torturas de la Guardia Civil y de la Policía. Torturas que fueron denunciadas sistemáticamente por organismos internacionales (Amnistía Internacional, Comisión Europea de Prevención de la Tortura, TAT, etc.), él que ahora se acoge al derecho internacional para defender su propia causa. Ante miles de casos documentados, la Audiencia Nacional –y Garzón tuvo delante de su cara a torturados- jamás abrió unas diligencias para esclarecer los hechos que los detenidos denunciaban. “Todo son invenciones y cuentos”, y así despachaba la tortura cada mañana en su despacho.

El juez Garzón ha sido durante muchos años el juez estrella en esa Audiencia Nacional, y el que más detenidos ha interrogado, escuchando cientos de estremecedoras denuncias. Detenidos, insistimos, por orden suya y bajo su única responsabilidad. Jamás abrió unas diligencias para esclarecerlas. Escuchar o leer esos testimonios de tortura es lo más parecido a lo que escuchamos a los represaliados del 36. Garzón además ha sido promotor del encarcelamiento los últimos años de cientos de personas por su exclusiva militancia política, cerrando medios de comunicación, etc. Que ahora, en nombre de los derechos humanos o de los fusilados del 36, algunos grupos salgan en defensa del juez Garzón, alabando su “decencia ética y democrática” nos parece un cruel sarcasmo. Un insulto a todos los represaliados de ayer y de hoy. Lo más horroroso que les podríamos hacer a las víctimas del franquismo es poner su memoria en manos de personajes así, que pretenden lavar su tenebroso pasado con la limpia bandera de nuestros fusilados. Con nosotros y nosotras que no cuenten. [Asociación de Familiares de Asesinados Navarros (AFAN)].

Hago mía esta declaración, contundente y terminante.

No se debe confundir lo que no se ha de confundir, y en este caso, quien fue encausado por poner el cazo en 2006 a lo que le daba el Banco Santander, pretende limpiar su imagen de represor de las libertades y cercenador de derechos apuntándose a la lista de jueces honrados -.que los hay y los habrá siempre, pocos, pero los hay- asumiendo la lucha contra la corrupción en el caso Gurtel –muy sonoro- y en el asunto de la memoria histórica, más sonado todavía.

Ha sido condenado por prevaricador por un tribunal plagado de fascistas, pero no lo condenaron por atacar al fascismo, sino porque hizo algo –vulnerar el derecho de defensa al que se deben los operadores jurídicos- que afectaba a los amigos de los fascistas. Para resumir, ese derecho es patrimonio de la derecha, pero no deben reclamarlo los ciudadanos. Que ninguno nos veamos en manos de un juez que no respeta el derecho fundamental de defensa, porque entonces estamos perdidos. Eso fue lo que hizo. Por eso se le condenó, y a esa conducta criminal se le llama prevaricación.

Yo brindo por el fin de todos los jueces demofascistas. Espero que como las hienas se acaben devorando unos a otros, pues muy pocos merecen mi respeto intelectual. Acabar con los fascistas que ocupan los sillones del Tribunal Supremo es cosa que habrá que hacer en un futuro.

 

Fuente: Kaos en la Red

 


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