Las «pruebas del SIDA», ¿terrorismo genético?.
Ninguna técnica, por sofisticada y cara que sea, puede detectar un virus que no existe.

Nuestro cuerpo está compuesto por 100 billones de células de las cuales perdemos a diario aproximadadamente un billón.

Esto dará una idea de la importancia de la división celular: para que la vida continúe debemos reponer las células muertas.

A su vez, entender este proceso permite comprender lo que detectan en realidad las pruebas genéticas. Este inmenso trabajo de reciclaje y renovación celular supone la presencia constante en nuestro cuerpo de fragmentos sueltos de ADN.

Las personas sometidas a estrés por agresiones tóxicas (tratamientos o drogas recreativas), psicológicas (por ejemplo haber recibido una condena a muerte), traumáticas u otras, se ven imposibilitadas para realizar con normalidad este trabajo, con lo cual los desechos celulares, entre ellos fragmentos de ADN, se acumulan en su sangre.

Y son precisamente esos fragmentos los que «pescan» las sondas genéticas o se amplifican con la PCR y luego son presentados como «ADN o ARN del VIH» sin prueba alguna.

Pero, además, estás técnicas tienen importantes limitaciones. En el caso de hibridación, se pueden manipular los resultados variando los procedimientos de fijación de las hebras y de lavado del soporte.

En el caso de la PCR podemos obtener resultados «a la carta» variando la temperatura, la concentración de minerales, el PH, etc. Para colmo, nunca se secuencia lo que se ha obtenido, con lo cual no se puede estar seguro del resultado. No hay que olvidar que está técnica multiplica millones de veces y por tanto cualquier error que cometamos se verá igualmente multiplicado.

A esto se añade que estas pruebas sólo permiten trabajar con secuencias cortas (entre 200 y 1.000 letras genéticas), no con genomas completos (se dice que el ADN del «VIH» tiene 9.150 letras) y mucho menos con virus enteros.

Centers Disease Control (CDC).Quizá sea por esto por lo que el propio CDC no autoriza la PCR como herramienta de diagnóstico y por lo que la Comisión Nacional de Hemoterapia en una reciente reunión (febrero de 1997) ha decidido (en relación con el virus de la Hepatitis C, que tampoco ha sido aislado) que la PCR no cumple las condiciones exigidas por el Real Decreto correspondiente y «no son adecuadas para el cribado de las donaciones de sangre».

En cualquier caso, el hecho determinante es que hay que conocer previamente la secuencia que se va a buscar o multiplicar y puesto que el «VIH» no ha sido aislado no es posible preparar sondas o iniciadores específicos.

Esto explica que se pesque o multiplique ADN humano que luego se presenta como el genoma de un virus destructivo.

Detallar las mil y una trampas de esta técnica excedería los límites físicos de un sitio «web» como este, que sólo dispone de 2 Mb de almacenamiento de información1.

Así funcionan las pruebas: Hibridación y PCR.

Para detectar una determinada secuencia genética (un trozo de ADN) se utiliza una técnica llamada HIBRIDACIÓN, que se basa en el principio de emparejamiento de las bases de ADN: si se calienta, las dos hebras se separan por las bases y al enfriar, aunque estén dispersas, cada base buscará a su pareja y se volverá a unir.

La hibridación aprovecha este mecanismo para «pescar» material genético:

  1. Tenemos un material genético donde queremos buscar una secuencia determinada «X». Calentándolo, separamos las hebras.
  2. En un soporte sólido fijamos hebras simples de la secuencia «X».
  3. Se introduce el soporte en un recipiente que contenga la solución de hebras donde vamos a buscar la información «X».
  4. recipiente hay hebras complementarias de las del soporte, se unirán y se dirá que allí hay material genético «X».
Esto plantea numerosos problemas, pero el más importante para los pseudo-científicos del «SIDA» es que ni siquiera manipulando estas pruebas podían encontrar señales del «VIH» o encontraban cantidades tan pequeñas que no se podía explicar que pudieran causar daño a las células.

La PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) se convirtió entonces en el instrumento que permitía (de forma ilegítima) corregir y relanzar definitivamente la idea de que el «SIDA» está producido por un virus destructivo (el «VIH»).

Pero si estudiamos de cerca cómo funciona veremos que es cierto lo que afirma su propio inventor: que no sirve para amplificar virus completos ni para detectar el «VIH» ni mucho menos para medir carga viral alguna.

Su funcionamiento es muy simple: Se calienta la plantilla (un trozo de ADN en el que está incluido el fragmento que queremos multiplicar) y las hebras se separan: se añaden los llamados «iniciadores», que son unas pocas letras genéticas que dan inicio a la secuencia que nos interesa. Una enzima especial (una polimerasa resistente al calor) comienza a colocar nucleótidos en las dos hebras, con lo que al final tenemos dos pares exactamente iguales.

Si repetimos la operación obtendremos cuatro pares y si continuamos repitiendo 30 ó 40 veces (gracias a la resistencia al calor de la polimerasa especial) obtendremos miles de millones de copias.

Fundamental: los iniciadores deben ser específicos.

Qué es el ADN y cómo está almacenada la información genética.

La información genética de nuestras células está almacenada en el ADN. Del mismo modo que las proteínas son cadenas de aminoácidos, el ADN es una cadena de «nucleótidos».

Cada nucleótido está compuesto por 3 elementos: un fosfato, un azúcar y una base; hay 4 bases: Adenina (A), Timina (T), Guanina (G) y Citosina (C). El orden en que estén colocadas estas «letras genéticas» determinará la información genética del individuo.

Podemos imaginar el ADN como una escalera de caracol retorcida donde el fosfato y el azúcar serían las barandillas y las bases unidas, los peldaños. Las bases de una barandilla se unen a las de la otra siguiendo unas reglas fijas; la A se une sólo con la T y la G con la C.

De aquí parten las instrucciones para sintetizar un número casi infinito de proteínas que luego caracterizarán la forma y las funciones del individuo. No hay que olvidar que entre esas proteínas están las enzimas que serán fundamentales para que el ADN pueda dividirse formando así un ciclo en el que todo está relacionado.

Para que la célula se divida, el ADN hace una copia de sí mismo separando las dos hebras y tomando nucleótidos del entorno mediante una enzima (polimerasa) que los va emparejando con sus complementarios.


Nota:

1Nos referimos a la página «web» de C.O.B.R.A. Andalucía, de donde proviene este documento.
 

«WEB» diseñada por 3G Software para C.O.B.R.A. Andalucía el 26 de septiembre de 1998.

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