Síndrome Tóxico: la mentira aún pervive.
Alfons Serra.

Vuelve a la palpitante actualidad la triste historia de una intoxicación masiva. Una historia que, por desgracia, no ha cerrado el último de sus capítulos. Y lo más lamentable es que aquella se ha visto envuelta en un sinfín de mentiras y manipulaciones. La verdad del Síndrome Tóxico se ha escondido flagrantemente, no importan los más de 700 muertos y los 25.000 afectados: hay que ocultar la verdad porque en las mismísimas estructuras del Estado se halla la solución al problema.

Porque a los tres meses ya se sabía que el aceite de colza no había causado la famosa intoxicación. Y a los ocho meses -aunque parezca increíble aceptarlo- ya se conocía cómo curar a los enfermos. En primer lugar la UCD y posteriormente el PSOE y el PP manipularon -y continúan haciéndolo- todas las pruebas para dilucidar la verdad.

Pero por mucho que porfiaran las autoridades públicas sanitarias a favor de la imputación del aceite de colza como el único culpable de la epidemia, esa teoría sin fundamento empezaba a resquebrajarse ante las investigaciones y conclusiones de prestigiosos médicos que deshecharon la conjetura gubernamental.

Ése fue el caso del Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada -ya fallecido-, que acusó a un determinado organofosforado de ser el desencadenante y a la sazón culpable de la múltiple intoxicación. «Yo ya sabía que estaba pasando -afirmaba el Dr. Muro- en la fisiopatología de la enfermedad. Al ver -porque esto lo ha visto todo el mundo- que era una intoxicación masiva por organofosforados. Pero no uno cualquiera, sino uno determinado, que además contiene una amina capaz de provocar insomnio prolongado. Es el único que reúne esta condición».

Nemacur 10.El organofosforado en cuestión es el nematicida fitosistémico Nemacur-10. El Dr. Luis Frontela Carreras, prestigioso académico de Medicina Legal, aseguró que el Nemacur-10 fue expuesto a unas ratas como experimentación; pues bien, las lesiones que se les causó fueron muy similares a las de las víctimas del Síndrome Tóxico. El Nemacur-10 está compuesto por una combinación de fenamiphos e isofenphos, y probablemente con otra sustancia más.

Además, hay razones más que fundamentadas para sospechar de los tomates como los portadores del agente asesino. Por ejemplo, si uno de esos tomates tóxicos llegó mezclado con otros sanos, lo típico es que fuera troceado para ensalada y, lógicamente, afectara a uno, dos o tres miembros de una misma familia; es decir, los que por azar consumieran los trozos venenosos. En ocasiones se encontró a un solo familiar afectado, del que solía decirse que era aficionado a comerse un tomate entero con sal, para merienda, como si fuera una fruta. Y cuando en una familia numerosa se hallaba el 100% de afectados, caso raro, indefectiblemente descubrimos que el consumo de guisos de tomate o la salsa de éste era habitual en ellos. Es así, sencillamente, como se explica la distribución de todo o nada, observada intrafamiliar o intravecinalmente en el Síndrome Tóxico, sin necesidad de inventarse las indemostrables y caprichosas inmunidades de los culpables del supuesto aceite asesino.

¿Quién distribuyó el Nemacur-10 en el Estado español?.

Bayer.El Nemacur-10 y el Oftanol -otro producto altamente tóxico- fueron utilizados como insecticidas por la multinacional alemana Bayer a partir de 1.981, año en el que brotó la epidemia. Era la primera vez que dichos productos eran empleados en el Estado español. La Bayer rechazó su implicación en el múltiple envenenamiento, pero su forma de actuar fue notoriamente sospechosa.

Así es, en el semanario Cambio-16, correspondiente al n° 681 de diciembre de 1.984, la citada publicación acusó sin eufemismos a la poderosa multinacional farmacéutica. Pero -y aquí advertimos la principal suspicacia- tras una querella por parte de los directivos alemanes, los responsables de Cambio-16 se retractaron de su opinión a cambio de una suculenta oferta económica. Esa circunstancia fue comentada durante una reunión de personas afectas al extinto Partido Reformista, entre las que se hallaban el secretario general de dicho partido, Florentino Pérez, un psiquiatra del Centro Psicosocial de Alcorcón, Jesús González-Cajal, y un químico perteneciente a una multinacional sueca, José Miguel Avendaño, entre otros.

Sin embargo, otro hecho inseperado echó más leña al fuego de la Bayer: el 22 de febrero de 1.988, Andrés Valverde Alcoverro, técnico agrícola de la multinacional germana, declaró que en diciembre de 1.980 había asistido a una reunión en que se recibieron órdenes expresas de la dirección de la empresa para mezclar Nemacur con Oftanol en campos de cultivo, para ver qué efecto producía la mezcla. Preguntado acerca de este efecto, afirmó que si el Nemacur era tóxico, y el Oftanol neurotóxico, la combinación de ambos resultaba explosiva. Preguntado sobre lo que se hacía con los productos recolectados, contestó que salían a la venta pública. Pero tal vez lo más importante que aportó Valverde al Juicio es su declaración de que él mismo ya estaba enfermo del Síndrome Tóxico desde el año 1.973. Se había intoxicado por aquel entonces con Oftanol, y los síntomas que presentaba eran los que se advierten en los afectados por el Síndrome Tóxico de la primavera de 1.981. Con lo cual ya tenemos a un cobaya humano que confirma lamentablemente, mediante su personal bioexperimentación, que el Síndrome Tóxico es reproducible en el ser humano ingeriendo ese veneno en concreto.

¿Por qué se realizó esa inhumana cadena de dolor y muerte?

Para el investigador y documentadísimo especialista en el tema, Andreas Faber-Kaiser, autor de «Pacto de Silencio»1, obra magistral (que recomiendo) que desglosa sin ambigüedades las claves del Síndrome Tóxico, el objetivo principal fue: «Experimentar con seres humanos para comprobar los efectos y secuelas de esos organismos nocivos en el cuerpo humano». «En realidad -continúa Faber-Kaiser-, esas pruebas se camuflan bajo una secreta guerra química de baja frecuencia». Y yo opino: ¿quizá esos experimentos fueron desarrollados y difundidos desde la base norteamericana de Torrejón, con la complicidad de Bayer?

Hay que señalar muy apesadumbradamente, que el citado investigador y diversos médicos, científicos y divulgadores del tema -como el ya aludido Dr. Muro- murieron tras sus investigaciones y sus respectivos fallecimientos (oportunos) han ayudado al engranaje del Sistema con su práctica de ocultación de la verdad, que ha provocado unos innecesarios sufrimientos y muertes.

Ojalá que esas muertes no hayan sido en vano.

Pacto de silencio.
1La obra «Pacto de Silencio» se puede adquirir a través de la asociación C.O.B.R.A.
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